martes, 3 de mayo de 2011

ELOGIO DE LA LOCURA, DE ERASMO DE ROTTERDAM (III)


¡Cuántos divorcios y aun accidentes peores que los divorcios ocurrirían si la vida conyugal del varón y la esposa no se viese afianzada y sostenida por la Adulación, la Broma, la Indulgencia, el Engaño y el Disimulo, que forman mi cortejo! ¡Ah, qué pocos matrimonios habría si el novio prudentemente indagase a qué juegos se había dedicado aquella doncellita delicada, tan modesta y pudorosa en apariencia, antes de casarse! ¡Y cuántos menos permanecerían unidos si no quedasen ocultas muchas hazañas de las esposas gracias al descuido y la estupidez de los maridos!

Todas estas cosas se atribuyen justificadamente a la necedad y a ella se debe aun que la esposa sea agradable al marido y éste a su mujer, a fin de que la casa permanezca tranquila, a fin de que en ella reine la concordia. Inspira risa y se hace llamar cornudo, consentido y qué sé yo qué, el infeliz que enjuga con sus besos las lágrimas de la adúltera. Pero ¡cuánto mejor es equivocarse así que no consumirse con el afán de los celos y echarlo todo por lo trágico!

Capítulo XX

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