viernes, 14 de octubre de 2011

EL RENCOR DE HALLGERD EN LA SAGA ISLANDESA DE NJAL


En el siglo X los noruegos que huyen de la tiranía del rey Harald Harfagar (Harald del hermoso cabello) comienzan a poblar Islandia. Llevaron armas, herramientas, útiles de labranza, hacienda, caballos. Fundaron una especie de república, gobernada por una asamblea general, el Althing.

De esa Islandia surgió la literatura medieval más rica y compleja de todo el mundo germánico.

En uno de los capítulos iniciales de la Saga de Njal, Hallgerd la Hermosa obró una vez de un modo mezquino y su señor, Gunnar de Hlítharendi, el más valiente y pacífico de los hombres, le dio una bofetada.

Años después, los enemigos sitian su casa. Las puertas están cerradas. Gunnar los tiene a raya con sus flechas, pero al fin le cortan la cuerda del arco.

- Téjeme una cuerda con tu pelo -le dice a Hallgerd.

- ¿Te va en ello la vida? -pregunta ella.

- Sí -responde Gunnar.

- Entonces recuerdo la bofetada que me diste una vez y te veré morir -dice Hallgerd.

Asi Gunnar murió, vencido por muchos.

El texto nada nos había dicho de ese rencor, de pronto lo descubrimos bruscamente, actual y terrible, con el mismo asombro de Gunnar.

miércoles, 24 de agosto de 2011

BALADA DE MULAN



Los insectos celebran con su canto la tarde.
Mulán está tejiendo ante la puerta.
No se escucha girar la lanzadera,
tan sólo los lamentos de la niña.
Preguntan dónde está su corazón.
Preguntan dónde está su pensamiento.
En nada está pensando,
si no es en el rey Kong, su bello amado.
La lista del ejército ocupa doce rollos
y el nombre de su padre figura en todos ellos.

No hay un hijo mayor para el padre,
un hermano mayor que Mulán.
«Yo iré a comprar caballo y una silla,
yo acudiré a luchar por nuestro padre.»
Ha comprado en oriente un caballo de porte,
ha comprado en poniente una silla y cojín,
ha comprado en el sur una brida
ha comprado en el norte un buen látigo.

Al alba se despide de su padre y su madre;
cuando anochece, acampa junto al Río Amarillo.
Ya no escucha el llamado de su padre y su madre,
tan sólo el chapoteo del caballo en el agua.
Al alba abandona el Río Amarillo;
cuando anochece, llega a la Montaña Negra.
Ya no escucha el llamado de su padre y su madre,
tan sólo a los caballos relinchando en el monte.

Cruzó miles de millas en busca de la guerra,
corrió como volando por pasos y montañas,
las ráfagas del cierzo traían son de hierro,
a la luz de la luna brillaban armaduras.
Allí los generales luchando en cien batallas
morían, y después de haber dado diez años
volvían a su casa, valientes, los soldados.

De vuelta, es recibida por el Hijo del Sol,
que se sienta en la Sala de los Resplandores.
Le concede medallas por sus méritos muchos,
le ofrece alas de pato crujientes por millares.
El Khan le ha preguntado qué quiere hacer ahora.
«Mulan no necesita honores oficiales,
dame un burro robusto de cascos bien ligeros
y envíame de vuelta a casa de mis padres.»

Cuando escuchan sus padres que su hija se acerca,
los dos salen a verla, dándose de codazos.
Cuando escucha su hermana que su hermana se acerca,
se arregla y se coloca delante de la puerta.
Cuando escucha su hermano que su hermana se acerca,
saca filo al cuchillo, sacrifica un cordero.

«He abierto la puerta de mi cuarto oriental,
y en el occidental me he sentado en la cama.
Me quité la armadura que llevaba en la guerra
y me he puesto la ropa que llevé en otro tiempo.
Delante del espejo, cerca de la ventana
me he peinado el cabello enmarañado
y he adornado mi frente con pétalos dorados.»
Cuando Mulan salió ante sus camaradas,
todos se sorprendieron, quedáronse perplejos.
Doce años estuvieron con ella en el ejército
y ninguno sabía que era una muchacha.

Las patas del conejo saltan más,
los ojos de la hembra son algo más pequeños,
mas cuando ves un par corriendo por el campo,
¿quién logra distinguir la liebre del conejo?


Firmando el registro, de Blair Leighton


sábado, 4 de junio de 2011

LA ILÍADA DE HOMERO (I) - ESPOSAS, VIUDAS, ESCLAVAS


"Mujer y riquezas serán del que venza." (Canto III)

La Ilíada, el poema más antiguo escrito en griego, narra en clave mítica la famosa Guerra de Troya. La guerra se desencadena tras haber sido invitado el príncipe troyano Paris como huesped en el palacio de Menelao rey de Esparta. Cuando Paris se lleva consigo a Helena reina de Esparta, algunas versiones dicen que raptada pero en esta de Homero se entiende que seducida, Menelao acude a su hermano y todos sus aliados para vengar tal ofrenta y transgresión de las leyes no escritas de hospitalidad y declarar todos juntos la guerra contra Troya.

Tras cruzar el mar con una flota de una magnitud nunca antes conocida, el asedio de la amurallada Troya sin embargo se prolonga, y las batallas en las playas y ciudades vecinas se suceden durante nueve años.

En esta brutal guerra de hombres, y en todas las guerras de la antigüedad, el destino de las mujeres es especialmente cruel, si sus maridos o padres son derrotados no solo se convertirán en viudas y huérfanas sino también en esclavas propiedad de los vencedores, tal y como puede verse en los siguientes fragmentos del poema:

"Los primeros que obren contra lo jurado vean derramárseles a tierra, como este vino, sus sesos y los de sus hijos, y sus esposas caigan en poder de extraños." (Canto III)

"Han sido los primeros en faltar a lo jurado, sus tiernas carnes serán pasto de buitres y nosotros nos llevaremos en las naves a sus esposas e hijos cuando tomemos la ciudad" (Canto IV)

"Al pasar Héctor por la encina y las puertas Esceas, acudieron corriendo las esposas e hijos de los troyanos y preguntáronle por sus hijos, hermanos, amigos y esposos; y él les encargó una tras otra que orasen a los dioses, porque para muchas eran inminentes las desgracias." (Canto VI)

"Así yo pasé largas noches sin dormir y días enteros entregado a la cruenta lucha con hombres que combatían por sus esposas." (Canto IX)

"Tendidos en tierra, eran ya más gratos a los buitres que a sus propias esposas." (Canto XI)

"Quien sea herido mortalmente, de cerca o de lejos, cumpliéndose su destino, muera; que será honroso para él morir combatiendo por la patria, y su esposa e hijos se verán salvos, y su casa y hacienda no sufrirán menoscabo, si los aqueos regresan en las naves a su patria tierra." (Canto XV)

"Sin duda esperabas destruir nuestra ciudad, hacer cautivas a las mujeres troyanas y llevártelas en los barcos a tu patria. ¡Insensato!" (Canto XVI)

"Os he traído de vuestras ciudades; sino para que defendáis animosamente de los belicosos aqueos a las esposas y a los tiernos infantes de los troyanos." (Canto XVII)

"El fuerte Hiperenor, domador de caballos, no siguió gozando de su juventud, después de injuriarme diciendo que yo era el más cobarde de los guerreros dánaos; y no ha podido volver con sus pies a la patria, para regocijar a su esposa y a sus venerables padres." (Canto XVII)

"Te refugiaste en Lirneso y yo tomé la ciudad con la ayuda de Atenea y del padre Zeus y me llevé las mujeres haciéndolas esclavas." (Canto XX)

"Peleando por nuestros padres, esposas e hijos, salvaremos a Troya". (Canto XXI)

"¡Que todos los troyanos perezcan de mala muerte con sus hijos y sus castas esposas!" (Canto XXI)

Moda - Siglo XV, Italia

miércoles, 1 de junio de 2011

MUJER EN LA ANTIGUA ESPARTA (I)


«¿Por qué las mujeres espartanas sois las únicas que gobernáis a los hombres?». «Porque también somos las únicas que damos a luz a los hombres».

Respuesta de Gorgo, reina de Esparta, a la pregunta de una mujer de Ática, según el historiador Plutarco.

Aunque no disponemos de textos escritos por los espartanos, los numerosos autores extranjeros de su tiempo que visitaron Esparta observaban con gran confusión la indulgencia con la que se gobernaba a la población femenina. Aristóteles entre ellos, denunció la "ginocracia" o "gobierno de mujeres” de la polis de Esparta: "durante el período de su imperio, muchos asuntos eran administrados por las mujeres. Sin embargo, ¿cuál es la diferencia entre tener gobernantes gobernados por mujeres y un gobierno real de mujeres?"

Las mujeres espartanas eran las únicas de toda Grecia que podían heredar propiedad en todo su derecho, esto incluye heredar tierras, piedra angular del sistema económico, social y político. También podían llevar una vida pública, si bien tenían vetado hablar en la asamblea pública, poseían una gran influencia en la comunidad y con frecuencia expresaban sus opiniones sobre asuntos políticos, confiándolas a sus maridos para que las expresaran en la asamblea por ellas.

Nadie dudaba de que las mujeres de Esparta eran las más formidables: las más fuertes, las más hermosas, las más firmes y seguras, las más francas y habladoras, las más ricas y poderosas. No se parecían en nada a otras mujeres. Eran osadas y directas a la hora de hablar, sabían leer y eran cultas, independientes de pensamiento, además de mandonas, se defendían por sí mismas, con un orgullo despreocupado, tranquilo y firme que muchos observadores encontraban profundamente perturbador e inquietante. Las mujeres simplemente no deberían ser así, se esperaba que fueran calladas, que se quedaran en casa. Pero las espartanas no estaban confinadas ni en el hogar ni atadas a las tareas domésticas

No hay que olvidar que los espartanos dedicaban todo su esfuerzo y devoción al sustento de un Estado militar. Para ello tenían a un pueblo entero, los ilotas, sometido, eran siervos propiedad del Estado, obligados a hacer todo el trabajo agrícola y dar la mitad de lo producido a sus señores los ciudadanos. Mientras esa minoría ciudadana se aplicaba enteramente a cultivar el arte de la guerra y crear los mejores soldados de todo el mundo antiguo.

Esparta tenía la reputación de exponer a sus recién nacidos a la muerte, fueran niños o niñas, debido a defectos físicos, aspecto enfermizo o poco robusto. El papel primario de una mujer era dar a luz y criar a los hijos, pero los espartanos creían que una mujer podía realizar mejor este trabajo si se mantenía en forma y sana, creían que las madres fuertes producirían bebés fuertes, bebés sanos y vigorosos. El entrenamiento físico y los deportes atléticos eran tan importantes para las niñas como para los niños, que se ejercitaban en competiciones regulares de atletismo, lucha libre, disco y jabalina, e incluso carreras de carros de caballos.

Solo dos clases de espartanos recibían el honor de una tumba con su nombre inscrito, los hombres que morían en la guerra y las mujeres que morían en el parto.

miércoles, 25 de mayo de 2011

ELOGIO DE LA LOCURA, DE ERASMO DE ROTTERDAM (V)


Si alguien tiene una mujer de egregia fealdad, pero que en opinión del marido puede rivalizar hasta con la misma Venus, ¿acaso no será lo mismo para él que si fuese realmente hermosa? (…) Conozco a cierto sujeto que se llama como yo, el cual recién casado regaló a la novia ciertas joyas falsas, convenciéndola, con lo bromista y alegre que era, de que no sólo eran verdaderas y auténticas, sino también de precio singular e inestimable. Pregunto yo, ¿qué podía importarle a la joven la burla, si deleitaba igual los ojos y el espíritu y las guardaba junto a sí como eximio tesoro? En tanto, el marido no sólo se había ahorrado el gasto, sino que se divertía con el engaño de su mujer, a la que no tenía menos obligada que si la hubiese obsequiado con el más grande regalo.

Capítulo XLV


¡Dioses inmortales! ¡Qué teatro éste! ¡Qué variedad en esta turbamulta de necios! Uno se muere por cierta mujercilla, a la que ama con mayor pasión cuanto menos caso le hace ella; el otro se casa con una dote y no con una esposa; el otro prostituye a su misma mujer; allí un celoso vigila a la suya como un Argos; aquél, de luto, ¡oh!, cuántas necedades dice y hace, parece un actor que represente la farsa del duelo. (…) Y los hay que van en peregrinación a Jerusalén, a Roma o a Santiago, donde nada tienen que hacer, y en cambio dejan abandonados la mujer, la casa y los hijos.

Capítulo XLVII


Las mujeres, entre otras muchas razones, favorecen a los frailes porque suelen confiar a su seno las quejas y el mal humor que tienen contra sus maridos.

Capítulo LIV

Madre e Hija, de Leighton

lunes, 23 de mayo de 2011

MUJERES EN LA COLONIZACIÓN DE AMÉRICA


En el primer siglo de conquista de América el colonizador medio era un hombre joven, en torno a los 20 años, generalmente urbano y con espíritu aventurero. A ese grueso se sumaban algunos clérigos, artesanos y otros profesionales y funcionarios mayores de 30 años.

Poco a poco fueron llegando familias, mujeres y niños. Pero la emigración femenina fue muy débil en la primera mitad de siglo XVI, aumentando gradualmente sobre todo en la segunda mitad. La escasez de mujeres preocupaba especialmente a La Corona, por lo que estimuló partida de familias completas y el traslado de las mujeres para reunirse con sus maridos, y desde 1530 les estuvo prohibido emigrar a los hombres casados sin sus esposas.

Y aunque a mediados del XVI las mujeres emigradas solo representaban el 5% de los españoles en América, su sola presencia cumplía un papel importante para las autoridades políticas y religiosas, que confiaron en su función de portadoras y transmisoras de valores y costumbres para evitar que la sociedad colonial adquiriera la cultura de las sociedades indígenas.

En cualquier caso la sociedad hispanoamericana estaba en sus inicios dominada por hombres solteros y jóvenes; que paliaron la escasez de españolas con mujeres indias dando lugar en algunos casos a situaciones de poligamia y concubinato.

Y si a los estragos demográficos causados entre los indios por las enfermedades importadas desde Europa se le suma la muerte de muchos hombres en las guerras de la conquista, existe la teoría de una posible carencia de hombres y exceso de mujeres entre los indígenas, que explicaría por qué en algunas islas caribeñas a principios del XVI la mayor parte de caciques eran mujeres.

Todo ello favoreció el mestizaje de diversas formas. A la “apropiación de las mujeres” por violación o rapto, se añadieron las mujeres ofrecidas como regalo, en prenda de hospitalidad o las adquiridas a modo de botín de guerra, durante los años en que la esclavitud estuvo permitida. Algunas fueron intérpretes y aliadas de los conquistadores, siendo el caso más famoso la Malinche y Hernán Cortés.

Una vez terminadas las grandes conquistas, pasando la guerra a un plano más secundario, para las nativas convertirse en esposas o concubinas de los españoles podía servir para mejorar su condición social y la de su familia.

El concubinato fue una práctica generalizada y supuso un acusado relajo de la monogamia exigida por la moral católica peninsular. Estas formas de convivencia suscitaron la preocupación de la Iglesia y de la Corona, que recomendaron formalizar los matrimonios interraciales con fin de sacramentar las relaciones.

En 1503 una orden recomienda los matrimonios con hijas de los príncipes y caciques a fin de consolidar las buenas relaciones con los indígenas. En el caso de los encomenderos se promulgan decretos que fuerzan a contraer matrimonio en el plazo de 3 años, también para conseguir la legalización de algunas parejas. Incluso se llega a otorgar preferencia a los casados en el reparto de mercedes de tierra o cargos civiles y se les hacía rebaja en algunos impuestos.

El nacido mestizo, fuera legítimo o no, era considerado español siempre que fuera educado junto al padre, e indio si se formaba con los indios. Los procesos de legitimación fueron numerosos. Los hijos mestizos de los conquistadores llegaron a desempeñar puestos destacados en la nueva sociedad. Cuando el número de mestizos creció, comenzaron a constituir un grupo aparte y en el siglo XVII ya formaban una categoría social propia, en una sociedad cada vez más estratificada, en la cual color de la piel y estamento social coincidían.

Las mujeres africanas esclavas, igual que los hombres, tenían unos derechos conocidos por las Siete Partidas, tales como la libertad de casarse, de no ser separadas de sus familias y de comprar su libertad. Aunque las mujeres negras se casaban frecuentemente con esclavos, también podían casarse con hombres negros libres. La manumisión era más frecuente en la ciudad y solía ser más comprada que concedida.

Los matrimonios mixtos con mujeres africanas, sin estar nunca prohibidos, tampoco fueron incentivados por el temor al Islam y el estigma de la esclavitud. La convivencia con esclavas domésticas dio lugar al nacimiento de los mulatos, doblemente discriminados por ser a la vez ilegítimos y esclavos.

Cita (XV)


"En un tema, al menos, hombres y mujeres están de acuerdo;
ambos desconfían de las mujeres."


H. L. Mencken

sábado, 14 de mayo de 2011

ELOGIO DE LA LOCURA, DE ERASMO DE ROTTERDAM (IV)


Se da el caso de aquellas palabras que dichas por un sabio se habrían castigado con la muerte, en cambio dichas por un necio resultan de un contento increíble. En efecto, la verdad posee cierta natural virtud de agradar; pero éste es un privilegio que los dioses no han concedido más que a los necios. Por esa misma razón de tal especie de hombres suelen gozar locamente las mujeres, por su naturaleza más inclinadas al placer y a la frivolidad. Todo lo que hacen bajo dicho pretexto, aunque a veces se trate de lo más grave, lo achacan a broma y a juego, pues ¡tal es el ingenio de este sexo, sobre todo cuando se trata de paliar sus deslices!

Capítulo XXXVI


No sé si en el conjunto de todos los mortales podría encontrarse a alguien que se mantuviese cuerdo a todas horas y no estuviese poseído de alguna especie de locura. La gente llama loco a aquel que confunde una calabaza con una mujer, puesto que ello le ocurre a poquísimas personas, y en cambio, aquel que ensalza a su mujer, aunque la comparta con muchos otros, como si fuese Penélope, y ensalza sus perfecciones en tono mayor, se engaña dulcemente y no habrá nadie que le llame loco, puesto que ésta es cosa que les ocurre en general a los maridos.

Capítulo XXXIX

domingo, 8 de mayo de 2011

Cita (XIV)


"No hables mal de las mujeres;
la más humilde, te digo,
que es digna de estimación;
porque al fin de ellas nacimos."


Calderón de la Barca

Moda - Siglo XVIII (2ª Mitad)

ANTIGUO EGIPTO: LAMENTO DE UN VIUDO A SU DIFUNTA ESPOSA


En el Museo de Leiden, en Holanda, se conserva un antiguo papiro egipcio en el que podemos leer el lamento que un viudo dirige a su difunta esposa:

"Te tomé por mujer cuando yo era joven. He estado contigo. Luego conquisté todos los grados, pero no te abandoné. No he hecho sufrir tu corazón. Eso hice cuando era joven y cuando ejercía todas las altas funciones del Faraón, Vida, Salud, Fuerza, no te he abandonado, diciendo al contrario: «Que esto sea contigo». No escuchaba los consejos de cada hombre que venía a hablarme de ti, diciendo al contrario: «Hago según tu corazón». Mira: cuando tuve el cargo de instruir a los oficiales del ejército de Faraón, los enviaba a que se pusieran boca abajo delante de ti, llevando toda clase de cosas buenas para depositarlas ante ti. No te he ocultado nada de mis beneficios hasta este día de mi vida. Nunca me han encontrado despreciándote al modo del campesino que entra en casa ajena. Mis perfumes, los pasteles, los vestidos, no los he mandado hacia otra morada, diciendo al contrario: «La mujer está ahí», porque no quería causarte pena. Cuando caíste enferma, hice venir a un oficial de salud que hizo lo necesario y todo lo que le dijiste que hiciera. Cuando seguí a Faraón que iba hacia el Sur, he aquí cómo me comporté contigo. Pasé una duración de ocho meses sin comer ni beber, como un hombre de mi condición. Cuando volví a Menfis pedí licencia a Faraón para ir al lugar donde tú estabas (a tu tumba) y lloré mucho con mi gente frente a ti. Llevo así tres años hasta el presente. No entraré en otra casa, lo que un hombre como yo no estaba en la obligación de hacer. Las hermanas que están en la casa, no he ido a casa de ninguna de ellas."

martes, 3 de mayo de 2011

Cita (XIII)


"Serías más complaciente y menos sordo a los ruegos,
de antes haber sido amado por una mujer."


Ovidio

In Love, de Marcus Stone

ELOGIO DE LA LOCURA, DE ERASMO DE ROTTERDAM (III)


¡Cuántos divorcios y aun accidentes peores que los divorcios ocurrirían si la vida conyugal del varón y la esposa no se viese afianzada y sostenida por la Adulación, la Broma, la Indulgencia, el Engaño y el Disimulo, que forman mi cortejo! ¡Ah, qué pocos matrimonios habría si el novio prudentemente indagase a qué juegos se había dedicado aquella doncellita delicada, tan modesta y pudorosa en apariencia, antes de casarse! ¡Y cuántos menos permanecerían unidos si no quedasen ocultas muchas hazañas de las esposas gracias al descuido y la estupidez de los maridos!

Todas estas cosas se atribuyen justificadamente a la necedad y a ella se debe aun que la esposa sea agradable al marido y éste a su mujer, a fin de que la casa permanezca tranquila, a fin de que en ella reine la concordia. Inspira risa y se hace llamar cornudo, consentido y qué sé yo qué, el infeliz que enjuga con sus besos las lágrimas de la adúltera. Pero ¡cuánto mejor es equivocarse así que no consumirse con el afán de los celos y echarlo todo por lo trágico!

Capítulo XX

sábado, 30 de abril de 2011

XI SHI Y LA CAIDA DEL REINO DE WU


En el siglo V a.C, Kou Chien, rey de Yue, fue derrotado y encarcelado por su rival, Fu Chai, rey de Wu. Convertido en su vasallo, Kou Chien y sus ministros urdieron un plan secreto como venganza; formar a un grupo selecto de mujeres hermosas que entregar como tributo a Fu Chai, famoso en su debilidad por las mujeres bellas, con el propósito de seducirle y destruirle.

El ministro de Kou Chien, Fan Li, encontró y eligió a Xi Shi, hoy conocida como una de las Cuatro Bellezas de la antigua China, de entre todas las mujeres de su reino. Era una joven de incomparable belleza, algo enfermiza pues a menudo tenía dolores en el pecho, pero se decía que su hermosura era incluso más prodigiosa cuando su rostro lucía una leve mueca de dolor.

Hizo instruir a la joven en las artes de la seducción. La más importante de éstas era la del movimiento: cómo desplazarse elegante y sugestiva. Xi Shi consiguió cultivar y perfeccionar la ilusión o espejismo de caminar flotando en el aire envuelta en sus vestidos de la corte.

Cuando finalmente fue presentada a Fu Chai, pronto cayó bajo su hechizo. Nunca había visto a nadie que caminara y se moviera como ella. Se obsesionó con su trémula presencia, sus modales y su aire indiferente.

Cautivado y subyugado por la belleza de Xi Shi, el obsesivo rey Fu Chai desatendió por completo los asuntos de Estado, e instigado por su nueva amante, mató a su mejor consejero y general Wu Zixu. Incluso mandó construir el Palacio Guanwa (Palacio de las Bellas Mujeres) en un parque imperial en la ladera de la colina Lingyan, al oeste de Suzhou.

El poder del reino de Wu decayó y finalmente tras unos años Kou Chien lanzó su ataque, puso en jaque a los ejércitos de Wu, que ni siquiera presentaron batalla, e invadió el reino. Fu Chai, lamentándose por no haber escuchado a su general Wu Zixu, se quitó la vida.

En la leyenda, tras la caída de Wu, Xi Shi y el ministro Fan Li se retiraron juntos de la vida pública y pasaron a vivir en un barco pesquero deambulando por la niebla del lago Tai He, y nunca volvieron a ser vistos por nadie. Otras versiones añaden que Xi Shi finalmente murió ahogada en el río.

Primavera, de Alma Tadema

lunes, 25 de abril de 2011

ELOGIO DE LA LOCURA, DE ERASMO DE ROTTERDAM (II)


Se me llamó junto con los demás a consejo, y en verdad que pronto di uno digno de mí, a saber: que se juntase al hombre con una mujer, animal ciertamente estulto y necio, pero gracioso y placentero, de modo que su compañía en el hogar sazone y endulce con su necedad la tristeza del carácter varonil. Y así Platón, al dudar en qué categoría colocar a la mujer, si entre los animales racionales o entre los brutos, no quiso otra cosa que señalar la insigne necedad de este sexo.

Si, por casualidad, alguna mujer quisiese ser tenida por sabia, no conseguiría sino ser doblemente necia, al modo de aquel que, pese a Minerva, se empeñase en hacer entrar a un buey en la palestra, según dice el proverbio. Porque, duplica su defecto aquel que en contra de la naturaleza desvía su inclinación y toma la apariencia de virtud. Del mismo modo que, conforme al proverbio griego, «aunque la mona se vista de seda, mona se queda», así la mujer será siempre mujer; es decir, necia, sea cual fuere el disfraz que adopte.

A pesar de ello, no creo que las mujeres sean tan necias que vayan a enfadarse conmigo por el mero hecho de que una mujer, es más, la misma Necedad en persona, les reproche su necedad. Pues si consideran juiciosamente la cuestión, verán que deben a la Necedad el tener más suerte que los hombres en muchos casos.

Tienen, primero, el encanto de la hermosura, que con razón anteponen a todas las cosas, y por cuya virtud tiranizan hasta a los mismos tiranos. ¿De dónde proceden lo desgraciado del aspecto, el cutis híspido y la espesura de la barba, que dan al varón aspecto de viejo, sino del vicio de la prudencia, mientras que la mujer conserva las mejillas tersas, la voz fina, el cutis delicado, imagen de perpetua juventud?

En segundo lugar, ¿qué otra cosa desean en esta vida más que complacer a los hombres en grado máximo? ¿A qué fin, si no, tantos adornos, tintes, baños, afeites, ungüentos, perfumes, tanto arte en componerse, pintarse y disfrazar el rostro, los ojos y el cutis? Así, pues, ¿hay algo que las haga más recomendables a los hombres que la necedad? ¿Hay algo que éstos no les toleren y permitan? ¿Y a cambio de qué, sino del deleite? Se deleitan, por consiguiente, sólo en la necedad y de ello son argumento, piense cada cual lo que quiera, las tonterías que le dice el hombre a la mujer y las ridiculeces que hace cada vez que se propone disfrutar de ella.

Ya sabéis, por tanto, el primero y principal placer de la vida y la fuente de que mana.

Capítulo XVII

Moda - Siglo XV, Alemania

sábado, 23 de abril de 2011

ELOGIO DE LA LOCURA, DE ERASMO DE ROTTERDAM (I)


Me ha dado hoy por hacer un poco de sofista ante vosotros, pero no de esos de ahora que inculcan vacías tonterías en las cabezas de los jóvenes y los enseñan a discutir con la obstinación de las mujeres.

Capítulo II


Porque ¿qué hombre, decidme, cargaría por su propia voluntad con el yugo del matrimonio si pensase antes seriamente en los inconvenientes que le traerá esa vida? ¿Y qué mujer consentiría que se le acercase un varón si conociese o examinase los peligrosos trabajos del parto o las molestias de criar a los hijos? Además ¿qué mujer experta en todo esto querría repetir, si no fuera gracias a la virtud del Olvido? Pues si debéis la vida al matrimonio, y el matrimonio se lo debéis a la Demencia, mi sirviente y compañera, sacad la consecuencia de lo que me debéis a mí, la Locura.

Capítulo XI

miércoles, 20 de abril de 2011

MUJER Y BUSHIDO (I)


Otro punto a tener en cuenta es que si los padres tienen una mala relación, el niño no tendrá sentimientos filiales. Esto es natural. Incluso los pájaros y las bestias se sienten afectados por lo que ven en el momento de nacer. Por lo tanto, las relaciones entre padre e hijo se pueden deteriorar debido a la inconsciencia de la madre. Una madre quiere a su hijo por encima de todas las cosas y será parcial con él cuando es corregido por el padre. Si se vuelve una aliada del niño, tal cosa sembrará la discordia entre el padre y el hijo. Debido a la estrechez de su mente, una mujer ve a su hijo como el sostén de su vejez.

Hagakure, de Yamamoto Tsunetomo
(1659 - 1719)

domingo, 17 de abril de 2011

MATRIMONIO EN LA ATENAS CLÁSICA (IV)


Además de ser esposa, había desde luego otros muchos estatus para las mujeres en la antigua Atenas. Muchos hombres atenienses mantenían abiertamente amantes (referidas como pallakai) o concubinas como se ha traducido a veces. No parecía entrañar un problema moral o social que un hombre pudiera tener al mismo tiempo una esposa y una amante.

Asimismo, la clase más baja de prostitutas, aquellas de la calle, se llamaban pornia (palabra de la que deriva “pornografía”, cuando en el siglo IV se convirtió en una moda escribir biografías de prostitutas famosas).

Luego estaban las mujeres de clase alta para la compañía sexual, conocidas como hetarai, cortesanas. Se las ha comparado a las geishas, a mujeres cultivadas y sofisticadas que a menudo mantenían salones donde era frecuente tener discusiones intelectuales, beber, bailar, cantar, además de recibir servicios sexuales.

Lo interesante de estas categorías, que las ha habido en muchas sociedades a lo largo de la historia, es que en Atenas no había estigmas asociados a que un hombre recurriera a la compañía de estas mujeres.

Dentro de los discursos de Demóstenes, en el caso de Apolodoro contra Neaera (una ex-prostituta acusada de falsear sus orígenes para obtener la ciudadanía y casarse con un ateniense, cuando estaba prohibido que un ciudadano se casara con una mujer extranjera), Apolodoro se dirige al jurado, compuesto por 500 atenienses, con la siguiente afirmación:

"Tenemos cortesanas (hetarai) para nuestro placer, tenemos concubinas (pallakai) para el cuidado diario de nuestros cuerpos, y tenemos esposas para darnos hijos legítimos y ocuparse de los asuntos del hogar."

Cita (XII)


"Ser mujer es una tarea terriblemente difícil,
pues consiste principalmente en tratar con los hombres."


Joseph Conrad

sábado, 16 de abril de 2011

MUJER EN EL HINDUISMO (I): PADMINI, EL IDEAL DE BELLEZA


Al igual que Afrodita fue para los griegos la representación de la belleza, la tradición hindú describe a Padmini o “Mujer de Loto” como el arquetipo de la más perfecta excelencia femenina.

Aquella en quien se manifiesten los siguientes signos y síntomas es llamada Padmini:

Su rostro es agradable como la luna llena; su cuerpo, bien vestido de carne, es suave como la Shiras o flor de mostaza; su piel es fina, delicada y pálida como el loto amarillo, nunca de color oscuro. Sus ojos son brillantes y hermosos como los del cervatillo, bien dibujados y con las esquinas rojizas. Sus senos asoman duros, llenos y altos. Tiene un cuello bien modelado; su nariz es recta y adorable, y tres pliegues o plisados cruzan su piel cerca del ombligo. Su yoni se asemeja a la yema del loto cuando se abre, y su Kama salila es perfumada como la azucena recién abierta. Tiene el porte de un cisne al caminar, y su voz, como la avecilla Kokila, es tenue y musical. Se deleita en cubrirse de blanco, con joyas selectas y vestidos suntuosos. Come poco, tiene un sueño ligero, y siendo tan respetuosa y religiosa como lo es inteligente y cortés, está siempre deseosa de adorar a los dioses, y disfrutar de la conversación de los brahmanes. Tal es así, pues, la Padmini o Mujer de Loto.

El hallazgo de Moisés, de Alma Tadema

viernes, 15 de abril de 2011

ROMANCE DE ANTAR: AL-MINHAL Y DAHIYA


La epopeya caballeresca 'El Romance de Antar' fue compuesta en algún punto entre el siglo XI y XIII. Escrita en un árabe muy puro, estaba basada en la vida del poeta Antar, un héroe árabe de tiempos preislámicos que vivió en el siglo VI d.C. Gozó en su tiempo de tanto renombre como 'Las mil y una noches' dentro del mundo islámico, especialmente en Siria.

En uno de sus episodios, un personaje llamado Al-Minhal, escapando de un rey injusto, se encuentra un castillo arruinado habitado por una mujer demonio llamada Dahiya. Obsequia al exiliado con refugio y comida, se enamora de él y logra su amor con sus cuidados, su atención y su cortesía, que incluye su conversación.

Dahiya le dice: “Quiero que seas mi compañero y mi señor, y yo seré tu esposa. Descubre ante mi qué hay en tu corazón. No pienses que te dejaré marchar jamás. Abre tu mente para mí pues necesito saber tus pensamientos”.

Se casarían en el momento, y según se nos cuenta: “Mucho tiempo duró su unión, y se amaron el uno al otro encarecidamente”.

Cita (XI)


"No me placen mil jóvenes a la vez; no soy mudable en amar, y, puedes creerme, tú sola serás el norte de mi perenne inclinación. Así merezca vivir contigo los años que me hilen las Parcas,
y morir antes que profieras una sola queja contra mí."


Ovidio

El baile, de Tissot

jueves, 14 de abril de 2011

MATRIMONIO EN LA ATENAS CLÁSICA (III): VIDA EN EL HOGAR


La mujer se quedaba en casa. Los hombres salen, y son la “demos”, el pueblo, lo público; mientras que las mujeres tienden a no pisar la calle, recluidas y enclaustradas, al menos las mujeres ciudadanas.

En su Oeconomicus, Jenofonte nos explica cómo funciona el hogar típico de una familia ciudadana ateniense. La división de tareas se ve reforzada por la cuasi exclusión de la mujer ciudadana del dominio público.

Imaginemos al hombre ateniense, fuera en el ágora o yendo a uno de los templos, tal vez en el acrópolis, al final del día llega a casa, y allí está su esposa, que no ha estado fuera del hogar en todo el día. Cuando hay que, por ejemplo, hacer algunas compras en el mercado, un par nuevo de sandalias, algunas velas o aceite para las lámparas, se envía a los esclavos para hacerlo, o tal vez alguna mujer familiar ya mayor o anciana, que no supone ningún peligro ni riesgo.

Nos ha llegado un discurso de inicios del siglo IV, del orador Lisias, que defendía la causa de Eufileto, un hombre acusado de asesinato. El hombre llegó a casa y encontró a su esposa en la cama con su amante, por lo que le dio muerte allí mismo. Lisias tenía como propósito demostrar que era un homicidio justificable, pero su discurso nos ofrece un esclarecedor retrato de la vida de la familia media ateniense.

En el discurso, Lisias pide a Eufileto que explique cómo es posible que su mujer hubiera tenido la oportunidad de tener a un amante dentro de la casa. Para la audiencia de jurados debía resultar extraño que esa situación hubiera ni siquiera podido darse. Así Eufileto tiene que explicar minuciosamente cómo una noche que había bebido demasiado su esposa lo encerró en la habitación diciendo que si no él iría a jugar a dar cachetes y hacer cosquillas con la esclava de la casa. Así que esa es la forma en que quedó encerrado, y la mujer fue capaz de entretener a su amante en la habitación del frente, que daba a la calle.

¿Y cómo es que la mujer estaba en una habitación que daba a la calle? Eufileto sigue explicando a la audiencia, lo que había sucedido era que su esposa había dado a luz unos meses antes, y le había dicho a su marido que sería muy difícil subir y bajar las escaleras hasta el cuarto trasero todas las noches, ya que estaba alimentando al bebé. Así que el marido accedió a cambiar las habitaciones, él se trasladó a la parte trasera, y la esposa a la parte delantera de la casera.

La parte delantera de la casa daba al patio, que colindaba con la calle, y era la parte de la casa reservada para el hombre, para recibir a sus amigos e invitados, celebrar reuniones sociales donde beber, recitar poesía y debatir de filosofía.

La parte trasera y el piso superior, subiendo las escaleras, estaban reservados para la esposa.

Así que cuando en la Odisea de Homero se nos cuenta que Penélope, en la ausencia de Odiseo, tiene que bajar las escaleras para atender a los invitados que están abajo comiendo y bebiendo, se está reflejando fielmente la disposición y las costumbres de un hogar griego, con la mujer recluida en la parte trasera y superior de la casa, donde no ser vista ni oída.

Cita (X)


"El príncipe debe hacerse temer de modo que, si no se granjea el amor, evite el odio; y para ello bastará que se abstenga de apoderarse de los bienes y de las mujeres
de sus ciudadanos y súbditos."


Maquiavelo

miércoles, 13 de abril de 2011

MUJER Y EL CABALLERO EN LA EDAD MEDIA (I)


Solicitar a mujer de caballero, o inclinarla a maldad, es contrario al honor de caballero, y la mujer de caballero que tiene hijo de villano, deshonra al caballero, y destruye la antigüedad de su linaje. Deshonra a pariaje y caballería el caballero que haya por deshonestidad hijo de hembra vil. Siendo estas cosas verdad, conviene pariaje de mujer y caballero por virtud de matrimonio lo cual conviene al honor del orden de caballería; y cuando se obra contrariamente a esto, entonces se destruye la caballería.


Libro del Orden de Caballería - Ramon Llull

Moda - Siglo XVII, Holanda

martes, 12 de abril de 2011

EL RAPTO DE LAS SABINAS (II): MUJERES COMO BOTIN DE GUERRA


La leyenda romana del rapto de las mujeres sabinas ofrece diversos niveles de análisis e interpretación. Una vez Roma ha sido fundada tiene su primera guerra contra los vecinos, pero no acaba en victoria o derrota, sino en alianza, sentando los cimientos de una ciudad emergente y en expansión.

Asimismo, para los estudiosos de la mitología no ha pasado desapercibido el paralelismo con el mito griego de la guerra de lápitas contra centauros. Los lápitas estaban emparentados con los centauros, ya que sus ancestros los hermanos Lápites y Centauro eran ambos hijos de Apolo y la ninfa Estilbe.

Durante la boda de Piríto, hijo del rey Ixión, con Hipodamía, los centauros formaban parte de los invitados, pero no acostumbrados a los efectos del vino durante el banquete, ebrios y descontrolados, trataron de violar a la novia, las demás mujeres y los muchachos presentes. Gracias a la intervención del héroe Teseo, los lápitas lograron expulsar a los centauros.

Pero para completar la leyenda del rapto de las sabinas hay otro ingrediente fundamental a descifrar, las guerras contra vecinos para abastecerse de mujeres, una práctica que parece datar de mucho antes de la mitología romana.

Sin ir más lejos los griegos de la época arcaica, contraídos por un territorio estrecho y pequeño, se lanzan en una gran corriente de colonización por el mediterráneo. En muchas ocasiones los colonos son solo hombres y cuenten con la población autóctona para proveerse de mujeres y esposas, en lo que viene a ser la tradición del matrimonio por rapto, tan extendida por distintas épocas y pueblos de todo el mundo.

Según Herodoto en su Historiae los colonos atenienses de la ciudad de Mileto, en la antigua Caria, atacaron a los autóctonos, matando a todos los hombres, para apoderarse de sus mujeres. Para vengarse de sus captores las mujeres carias juraron nunca comer con sus nuevos esposos ni llamarles por sus nombres.

Más primitivo todavía es el caso de los restos neolíticos encontrados en Talheim, cerca de Leipzig (Alemania), de un enterramiento que tuvo lugar hará siete mil años. En 2008 un grupo de paleontólogos británicos llegó a la conclusión de que se trataba de los restos de una matanza, de una tribu aniquilada por otra tribu rival que secuestraron a todas sus mujeres como botín de guerra.

Cita (IX)


"Las batallas contra las mujeres
son las únicas que se ganan huyendo."


Napoleón Bonaparte

Ve con Dios!, de Blair Leigton

lunes, 11 de abril de 2011

DIOSAS EN LA MITOLOGIA GRIEGA (I): LA TEOGONIA (II)


En el relato de Hesíodo de la Teogonía uno de los puntos más llamativos e intrigantes ha sido siempre la lucha por el poder entre un dios masculino opuesto por una diosa femenina y el joven dios varón hijo de ambos.

Así Cronos con la ayuda de su madre Gea destrona a su padre Urano castrándole, y Zeus con la ayuda de su madre Rea derroca al mismo Cronos.

Este patrón en el origen de los primeros dioses ha dado lugar a diversas interpretaciones, las más notorias han girado en torno a dos ideas.

Por un lado el conflicto entre padre e hijo y la pugna por la herencia, la castración como símbolo del poder arrebatado, y por tanto el inevitable triunfo de la juventud sobre la vejez. Por otro lado la ansiedad de los griegos hacia el papel de la mujer y su poder, el sentimiento arraigado de que las mujeres ejercen control y poder de forma indirecta, a través de los hombres y contra los hombres, siendo especial su influencia sobre los hijos para volverlos contra sus padres.

Aunque también podría vislumbrarse un instinto primigenio maternal; el padre es cruel con los hijos, no siente arraigo hacia la familia, mientras que la madre sí sufre por el destino de sus hijos y defiende sus intereses y su futuro.

Zeus también haría frente a la profecía de ser destronado por el hijo varón de su unión con Metis, así que decidió ir un paso más allá que su padre y se tragó directamente a Metis. Pero ella ya estaba encinta, aunque no de un varón sino de una hija, Atenea, que tiempo después nacería de la cabeza de Zeus. El hijo de Metis llamado a derrocar a Zeus nunca nació, en una de las rarísimas ocasiones en la mitología griega que el destino no llega a cumplirse y puede ser circunvalado.

Para algunos esto viene a representar el asentamiento de la dominación patriarcal sobre la sociedad griega, o incluso sobre la civilización en sentido universal, al menos tal como la entendían los griegos.

domingo, 10 de abril de 2011

DIOSAS EN LA MITOLOGIA GRIEGA (I): LA TEOGONIA (I)


Antes que todas las cosas, en un comienzo, fue el infinito Caos. Después Gea la tierra, el oscuro Tártaro en el fondo de Gea, y Eros el amor. De Caos surgieron la oscuridad Érebo y la negra noche Nix, de Nix nacieron Éter el espacio y Hemera el día, a los que alumbró de su unión en amor con Érebo.

Gea alumbró a Urano, el cielo, grande como ella para que la contuviera por todas partes y poder ser así sede segura para los dioses. También dio a luz a los Ourea, las montañas, y a Ponto, el mar.

Acostada con Urano, Gea engendró a Océano, a Ceo, a Crío, a Hiperión, a Jápeto, a Tea, a Rea, a Temis, a Mnemósine, a Febe, a Tetis y al más joven de todos ellos Cronos.

Pero cada vez que uno de ellos estaba a punto de nacer Urano los empujaba dentro de Gea, sin dejarles salir a la luz. Gea urdió un plan, forjó una enorme hoz e imploró ayuda a sus hijos; de entre sus temerosos hermanos solo Cronos se arriesgó a tomar parte.

Vino el poderoso Urano trayendo la noche, se acostó sobre Gea ansioso de amor y la cubrió entera. El hijo, saliendo de su resguardo, logró alcanzarle con la mano izquierda, empuñó con la derecha la prodigiosa hoz, y segó los genitales de su padre que arrojó al tempestuoso ponto.

Urano maldijo a sus propios hijos los Titanes, que habían cometido un acto terrible por el que tarde o temprano tendrían justo castigo.

Los Titanes ahora liberados, gobernaban sobre la tierra, se unieron y procrearon. El nuevo rey Cronos se unió con Rea y juntos tuvieron famosos hijos, Hestia, Deméter, Hera, Hades, Ennosigeo y el más joven de todos ellos Zeus.

Se los tragó el poderoso Cronos según iban viniendo a sus rodillas desde el sagrado vientre de su madre, pues sabía que algún día habría de ser destronado por uno de sus propios vástagos.

Siempre vigilante y al acecho, se iba tragando a sus hijos, y Rea sufría terriblemente. Envolviendo en paños una piedra que Cronos devoró, Rea consiguió salvar al más pequeño Zeus a quien ocultó en Creta bajo el ámparo y cuidado de Gea.

Crecieron rápido el vigor y los miembros de Zeus, que al cabo de un año volvió para derrocar a su padre, gracias a su soberana fuerza y habilidad. Cronos vomitó a sus hijos, los Dioses Olímpicos, que desde entonces gobernarían el universo.

Cita (VIII)


"Siempre mudable y caprichosa, la mujer."

Virgilio

viernes, 8 de abril de 2011

MATRIMONIO EN LA ATENAS CLÁSICA (II)


Acordar la dote era parte fundamental del contrato de matrimonio, cuánta propiedad iba a ser transferida de la familia de la joven esposa a la familia del marido. De esa dote el marido recibía legalmente el usufructo (es decir, decidía cómo usar o invertir la dote y era propietario de los beneficios, rendimientos e intereses que generara, por ejemplo la cosecha de unas tierras), pero la propiedad sobre la dote, el capital original, seguía correspondiendo a la mujer, y por tanto debía serle devuelto en caso de que él o ella iniciara un proceso de divorcio. Éstos no eran desde luego frecuentes, pero legalmente se trataba de una práctica permisible.

No menos interesante eran las grandes diferencias que solían darse entre marido y mujer a la hora de casarse. El matrimonio medio de un ciudadano ateniense se daba en las siguientes circunstancias.

El marido solía rondar los treinta años de edad, era un hombre adulto maduro, había cumplido su servicio en el ejército durante diez años, era ya un ciudadano de facto que podía acudir a las asambleas, incluso podía ocupar un cargo público a partir justo de los treinta años cumplidos, probablemente sus padres ya habrían fallecido y por tanto habría heredado toda la propiedad de éstos. Era por tanto el mejor momento para casarse y tener hijos.

La joven por su parte solía rondar entre los quince y veinte años, aunque se podía acordar el matrimonio antes incluso, pero no se llevaba a cabo hasta que la muchacha pudiera engendrar hijos. Tal diferencia de edad, más de diez años, y la juventud de la esposa, seguramente facilitaba su obediencia y su control por parte del marido. Datos demográficos de todo el mediterráneo en la época indican una alta mortalidad femenina entre los dieciséis y los veinte años de edad, lo más seguro es que asociada con la mortalidad en el parto. Artemisa era la deidad preferida a la que rezar y dedicar ofrendas en pro de la fertilidad y un parto sin complicaciones.

Segundos matrimonios eran a su vez una práctica común, a los casos en que las jóvenes esposas perdían la vida en el parto hay que añadir muchos otros en que era el hombre ya mayor el que moría y la mujer todavía se encontraba en edad de tener hijos. No hay que olvidar que la mujer era, como decía Aristóteles, un campo yermo a la espera de ser arado. Sin embargo los segundos matrimonios daban muchos problemas y complicaciones legales de herencias. Para evitarlo una tendencia se fue imponiendo por la cual los segundos matrimonios se acababan dando entre parientes cercanos, primos, hermanastros, tíos, sobrinos… Con el claro propósito de que la propiedad de la dote no saliera de la familia.

Cita (VII)


"Quien sabe gobernar a una mujer,
sabe gobernar un estado."


Honoré de Balzac

miércoles, 6 de abril de 2011

EL RAPTO DE LAS SABINAS (I)


En los tiempos legendarios de la Roma antigua, poco después de su fundación, su primer rey Rómulo y sus seguidores, siendo casi todos hombres, intentaron convencer a sus vecinos de Sabinia para que les cedieran mujeres con las que poder formar familias. Temerosos de que una ciudad rival y poderosa emergiera de Roma, los sabinos rechazaron la proposición y prohibieron a sus mujeres casarse con romanos.

Rómulo entonces organizó un festival de juegos olímpicos en honor al dios Neptuno, invitando a varios pueblos vecinos, entre los que se incluían los sabinos. Comenzó el festival con normalidad hasta que Rómulo hizo una señal y cada romano agarró a una mujer sabina y expulsaron por la fuerza a los desprevenidos hombres sabinos.

Según la narración del historiador romano Livio, Rómulo imploró a las mujeres que aceptaran ser sus esposas, culpó a sus padres sabinos por no permitirlas casarse con ellos, y aseguró que como esposas de romanos vivirían en honorable matrimonio, compartiendo propiedad y derechos civiles, y lo más importante, serían madres de hombres libres.

Los sabinos indignados declararon la guerra a los romanos, liderados por su rey Tito Tacio, y emprendieron el asedio de Roma. Tarpeya, hija del gobernador de la ciudadela, abrió las puertas a los sabinos a cambio de "aquello que llevasen en los brazos", creyendo que recibiría brazaletes de oro, pero los sabinos la recompensaron aplastándola hasta la muerte con sus escudos y arrojándola por la roca que sería bautizada con su nombre, la Roca Tarpeya, y que pasaría a ser el lugar de ejecución de asesinos y traidores en Roma.

Las fuerzas romanas contraatacaron a los sabinos, ya en posesión de la ciudadela, y mientras la batalla se recrudecía, primero los sabinos rompieron las líneas romanas, y después los romanos a la desesperada retomaron la iniciativa, las mujeres sabinas salieron a interponerse entre los guerreros, deteniendo la batalla, y proclamaron que preferían morir antes que quedar huérfanas o viudas, antes que perder a sus padres y hermanos los sabinos o sus maridos e hijos los romanos.

Haciéndoles entrar en razón, romanos y sabinos depusieron las armas, celebraron una banquete para festejar la reconciliación y aceptaron formar juntos una sola nación, y Rómulo y Tito Tacio reinaron conjuntamente hasta la muerte del rey sabino cinco años después. Los nuevos sabinos residentes en Roma es establecieron en la colina Capitolina.

lunes, 4 de abril de 2011

Cita (VI)


"Escoge una mujer de la que puedas decir:
hubiera podido escogerla mas bella, pero no mejor."


Pitágoras

domingo, 3 de abril de 2011

El beso del caballero, de Soulacroix

MATRIMONIO EN LA ATENAS CLÁSICA (I)


En 451 a.C. los atenienses votaron a favor de restringir la ciudadanía y sus derechos solo para aquellos que fueran hijos de un padre ciudadano y de una madre de familia de ciudadanos. Hasta entonces muchos atenienses provenían de familias en las que el padre era ciudadano pero la madre podía ser extranjera y haber nacido en otra ciudad.

No hay que olvidar que en los tiempos de Pericles era común acusar a un oponente de ser hijo de una mujer extranjera, o si se llevaba la ofensa más lejos, hijo de una esclava extranjera. Cuanto más se restringía los requisitos para ser ciudadano, más obsesionados estaban los atenienses a la idea del ateniense auténtico, hijo de padre y madre atenienses, y más se aficionaban a cuestionar la ascendencia de los demás, en especial la legitimidad de la madre.

Pero para conocer más el concepto ateniense de familia y de padres hace falta que adentrarse en la institución del matrimonio. El matrimonio era básicamente un contrato entre dos familias. La joven mujer era un artículo transferido de una familia a otra, que pasaba del control del padre al control del marido.

En la obra Oeconomicus (gobierno del hogar) de Jenofonte, se enseña a una joven a modo de diálogo cómo debe gestionar un hogar. Pongámonos por un momento en la piel de una joven ateniense recién casada, no conoce a nadie en su nuevo hogar, no conoce a los esclavos, no conoce a los familiares, apenas conoce a su marido, pero acaba de convertirse en la señora de la casa.

En el inicio del diálogo el próspero granjero Iscómaco deja claro a la muchacha recién casada que podía haber elegido a una más atractiva si buscara eso, pero que se ha casado con ella porque él y su padre habían decidido que era lo mejor para ambas familias.

martes, 29 de marzo de 2011

JESÚS Y LA MUJER PECADORA


Un fariseo invitó a Jesús a comer. Entró en casa del fariseo y se reclinó en el sofá para comer.

En aquel pueblo había una mujer conocida como una pecadora; al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, tomó un frasco de perfume, se colocó detrás de él, a sus pies,

y se puso a llorar. Sus lágrimas empezaron a regar los pies de Jesús y ella trató de secarlos con su cabello. Luego le besaba los pies y derramaba sobre ellos el perfume.

Al ver esto el fariseo que lo había invitado, se dijo interiormente: "Si este hombre fuera profeta, sabría que la mujer que lo está tocando es una pecadora, conocería a la mujer y lo que vale."

Pero Jesús, tomando la palabra, le dijo: "Simón, tengo algo que decirte." Simón contestó: "Habla, Maestro." Y Jesús le dijo:

"Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientas monedas y el otro cincuenta.

Como no tenían con qué pagarle, les perdonó la deuda a ambos. "Cuál de los dos lo querrá más?"

Simón le contestó: "Pienso que aquel a quien le perdonó más." Y Jesús le dijo: "Has juzgado bien."

Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer? Cuando entré en tu casa, no me ofreciste agua para los pies, mientras que ella me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha secado con sus cabellos.

Tú no me has recibido con un beso, pero ella, desde que entró, no ha dejado de cubrirme los pies de besos.

Tú no me ungiste la cabeza con aceite; ella, en cambio, ha derramado perfume sobre mis pies.

Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le quedan perdonados, por el mucho amor que ha manifestado. En cambio aquel al que se le perdona poco, demuestra poco amor."

Jesús dijo después a la mujer: "Tus pecados te quedan perdonados".

Y los que estaban con él a la mesa empezaron a pensar: "¿Así que ahora pretende perdonar pecados?"

Pero de nuevo Jesús se dirigió a la mujer: "Tu fe te ha salvado, vete en paz."


San Lucas - Capítulo 7

martes, 22 de marzo de 2011

Cita (IV)


"La mujer es un manjar digno de los dioses,
cuando no lo cocina el diablo."


William Shakespeare

lunes, 21 de marzo de 2011

MUJERES PERSAS EN CHINA


A partir de los siglos VII y VIII las mujeres persas gozaron de gran reputación como bailarinas en China. Durante la dinastía Tang los bares contaban a menudo con camareras persas famosas por las danzas con las que entretenían a sus clientes. Poetas como Li Bai dejaron testigo de ello, flirteando y escribiendo sobre ellas en sus poemas.

La belleza y las actuaciones de estas mujeres alcanzaron tal popularidad que pasaron a ser esposas muy preciadas entre los nobles chinos. Sin ir más lejos la hermana de Peroz II, el último rey sasánida de Persia, fue desposada con el emperador chino Tang Gaozong, quien ofreció refugio a los miembros de la aristocracia sasánida huídos de Persia tras la invasión y conquista de los árabes musulmanes.

En el siglo X, durante el período de las Cinco Dinastías, los emperadores chinos fueron especialmente dados a contar con mujeres persas entre sus esposas.

Es conocida la ardorosa lujuria que sentía el joven emperador Liu Chang por su amante persa a la que apodó Mei Zhu, la conoció cuando ella tenía dieciséis años y quedó fascinado por su piel morena suave y oscura y sus ojos grandes. Organizaban fiestas en que los invitados debían asistir desnudos, y cuando el emperador y Mei Zhu paseaban por los jardines de palacio obligaban a las parejas a emprender actos sexuales. Era tanto el tiempo que pasaba con las chicas persas de su harén que se decía que nunca salía para atender y ocuparse de los asuntos de Estado.

Del siglo X al XII el número de mujeres persas en Cantón aumentó considerablemente, en especial en el barrio extranjero; se las llamaba “Po-ssu-fu or Bosifu” (波斯婦, “Mujeres Persas”), eran conocidas por sus muchos pendientes y demás adornos, además de su difícil carácter y temperamento.

Toilette japonaise, de Firmin Girard

domingo, 20 de marzo de 2011

MUJER Y PIRATERÍA


Entre los siglos XVI y XVIII tiene lugar la edad dorada de la piratería en el Caribe. Ello tuvo algunas interesantes consecuencias en la vida y posición de las mujeres, especialmente en el mundo anglosajón, tal como se ha visto siempre reflejado en la ficción y la literatura popular.

Fueron muchos los hombres que por motivos económicos emprendieron vidas de marineros en aquellos tiempos, y muchas las mujeres que quedaron atrás teniendo que ocupar los empleos y profesiones que dejaban sus padres, maridos e hijos. Se les permitió comerciar, ejercer de minoristas e incluso tener participaciones en la propiedad en los barcos. A menudo eran posaderas o gerentes de tabernas, y en ciudades costeras la ley permitía que las viudas conservaran las responsabilidades y propiedad de la herencia de sus maridos.

Como dueñas de estas propiedades gozaban de una considerable autonomía e independencia económica, y entre su clientela habitual bien podían relacionarse asiduamente con piratas. Es bien sabido que los piratas solían usar ese tipo de establecimientos para congregarse y comerciar entre ellos y con los comerciantes de la costa.

Así las dueñas hosteleras además de darles alojamiento, comida, y un escondite frente a las autoridades, también podían comprarles bienes ilegales, ejercer de casa de empeños o incluso de prestamistas.

Para estas mujeres casarse con marineros, e incluso piratas, significaba seguir ocupando sus profesiones. Los maridos se pasaban largas temporadas en el mar y en aquella época difícilmente podían enviar parte de sus pagas al hogar, por lo que sus esposas debían poder ser autosuficientes de forma regular.

Los casos más singulares nos llevarían hasta las mujeres que no solo se desposaron con piratas, sino que se convirtieron directamente en piratas o acompañaron en sus andanzas por el mar a otros piratas. Son pocos los ejemplos pero tan notorios que siempre han disparado la imaginación popular: Jacquotte Delahaye, Anne Dieu-le-Veut, Mary Read, Anne Bonny...