"Mujer y riquezas serán del que venza." (Canto III)
La Ilíada, el poema más antiguo escrito en griego, narra en clave mítica la famosa Guerra de Troya. La guerra se desencadena tras haber sido invitado el príncipe troyano Paris como huesped en el palacio de Menelao rey de Esparta. Cuando Paris se lleva consigo a Helena reina de Esparta, algunas versiones dicen que raptada pero en esta de Homero se entiende que seducida, Menelao acude a su hermano y todos sus aliados para vengar tal ofrenta y transgresión de las leyes no escritas de hospitalidad y declarar todos juntos la guerra contra Troya.
Tras cruzar el mar con una flota de una magnitud nunca antes conocida, el asedio de la amurallada Troya sin embargo se prolonga, y las batallas en las playas y ciudades vecinas se suceden durante nueve años.
En esta brutal guerra de hombres, y en todas las guerras de la antigüedad, el destino de las mujeres es especialmente cruel, si sus maridos o padres son derrotados no solo se convertirán en viudas y huérfanas sino también en esclavas propiedad de los vencedores, tal y como puede verse en los siguientes fragmentos del poema:
"Los primeros que obren contra lo jurado vean derramárseles a tierra, como este vino, sus sesos y los de sus hijos, y sus esposas caigan en poder de extraños." (Canto III)
"Han sido los primeros en faltar a lo jurado, sus tiernas carnes serán pasto de buitres y nosotros nos llevaremos en las naves a sus esposas e hijos cuando tomemos la ciudad" (Canto IV)
"Al pasar Héctor por la encina y las puertas Esceas, acudieron corriendo las esposas e hijos de los troyanos y preguntáronle por sus hijos, hermanos, amigos y esposos; y él les encargó una tras otra que orasen a los dioses, porque para muchas eran inminentes las desgracias." (Canto VI)
"Así yo pasé largas noches sin dormir y días enteros entregado a la cruenta lucha con hombres que combatían por sus esposas." (Canto IX)
"Tendidos en tierra, eran ya más gratos a los buitres que a sus propias esposas." (Canto XI)
"Quien sea herido mortalmente, de cerca o de lejos, cumpliéndose su destino, muera; que será honroso para él morir combatiendo por la patria, y su esposa e hijos se verán salvos, y su casa y hacienda no sufrirán menoscabo, si los aqueos regresan en las naves a su patria tierra." (Canto XV)
"Sin duda esperabas destruir nuestra ciudad, hacer cautivas a las mujeres troyanas y llevártelas en los barcos a tu patria. ¡Insensato!" (Canto XVI)
"Os he traído de vuestras ciudades; sino para que defendáis animosamente de los belicosos aqueos a las esposas y a los tiernos infantes de los troyanos." (Canto XVII)
"El fuerte Hiperenor, domador de caballos, no siguió gozando de su juventud, después de injuriarme diciendo que yo era el más cobarde de los guerreros dánaos; y no ha podido volver con sus pies a la patria, para regocijar a su esposa y a sus venerables padres." (Canto XVII)
"Te refugiaste en Lirneso y yo tomé la ciudad con la ayuda de Atenea y del padre Zeus y me llevé las mujeres haciéndolas esclavas." (Canto XX)
"Peleando por nuestros padres, esposas e hijos, salvaremos a Troya". (Canto XXI)
"¡Que todos los troyanos perezcan de mala muerte con sus hijos y sus castas esposas!" (Canto XXI)