sábado, 30 de abril de 2011

XI SHI Y LA CAIDA DEL REINO DE WU


En el siglo V a.C, Kou Chien, rey de Yue, fue derrotado y encarcelado por su rival, Fu Chai, rey de Wu. Convertido en su vasallo, Kou Chien y sus ministros urdieron un plan secreto como venganza; formar a un grupo selecto de mujeres hermosas que entregar como tributo a Fu Chai, famoso en su debilidad por las mujeres bellas, con el propósito de seducirle y destruirle.

El ministro de Kou Chien, Fan Li, encontró y eligió a Xi Shi, hoy conocida como una de las Cuatro Bellezas de la antigua China, de entre todas las mujeres de su reino. Era una joven de incomparable belleza, algo enfermiza pues a menudo tenía dolores en el pecho, pero se decía que su hermosura era incluso más prodigiosa cuando su rostro lucía una leve mueca de dolor.

Hizo instruir a la joven en las artes de la seducción. La más importante de éstas era la del movimiento: cómo desplazarse elegante y sugestiva. Xi Shi consiguió cultivar y perfeccionar la ilusión o espejismo de caminar flotando en el aire envuelta en sus vestidos de la corte.

Cuando finalmente fue presentada a Fu Chai, pronto cayó bajo su hechizo. Nunca había visto a nadie que caminara y se moviera como ella. Se obsesionó con su trémula presencia, sus modales y su aire indiferente.

Cautivado y subyugado por la belleza de Xi Shi, el obsesivo rey Fu Chai desatendió por completo los asuntos de Estado, e instigado por su nueva amante, mató a su mejor consejero y general Wu Zixu. Incluso mandó construir el Palacio Guanwa (Palacio de las Bellas Mujeres) en un parque imperial en la ladera de la colina Lingyan, al oeste de Suzhou.

El poder del reino de Wu decayó y finalmente tras unos años Kou Chien lanzó su ataque, puso en jaque a los ejércitos de Wu, que ni siquiera presentaron batalla, e invadió el reino. Fu Chai, lamentándose por no haber escuchado a su general Wu Zixu, se quitó la vida.

En la leyenda, tras la caída de Wu, Xi Shi y el ministro Fan Li se retiraron juntos de la vida pública y pasaron a vivir en un barco pesquero deambulando por la niebla del lago Tai He, y nunca volvieron a ser vistos por nadie. Otras versiones añaden que Xi Shi finalmente murió ahogada en el río.

Primavera, de Alma Tadema

lunes, 25 de abril de 2011

ELOGIO DE LA LOCURA, DE ERASMO DE ROTTERDAM (II)


Se me llamó junto con los demás a consejo, y en verdad que pronto di uno digno de mí, a saber: que se juntase al hombre con una mujer, animal ciertamente estulto y necio, pero gracioso y placentero, de modo que su compañía en el hogar sazone y endulce con su necedad la tristeza del carácter varonil. Y así Platón, al dudar en qué categoría colocar a la mujer, si entre los animales racionales o entre los brutos, no quiso otra cosa que señalar la insigne necedad de este sexo.

Si, por casualidad, alguna mujer quisiese ser tenida por sabia, no conseguiría sino ser doblemente necia, al modo de aquel que, pese a Minerva, se empeñase en hacer entrar a un buey en la palestra, según dice el proverbio. Porque, duplica su defecto aquel que en contra de la naturaleza desvía su inclinación y toma la apariencia de virtud. Del mismo modo que, conforme al proverbio griego, «aunque la mona se vista de seda, mona se queda», así la mujer será siempre mujer; es decir, necia, sea cual fuere el disfraz que adopte.

A pesar de ello, no creo que las mujeres sean tan necias que vayan a enfadarse conmigo por el mero hecho de que una mujer, es más, la misma Necedad en persona, les reproche su necedad. Pues si consideran juiciosamente la cuestión, verán que deben a la Necedad el tener más suerte que los hombres en muchos casos.

Tienen, primero, el encanto de la hermosura, que con razón anteponen a todas las cosas, y por cuya virtud tiranizan hasta a los mismos tiranos. ¿De dónde proceden lo desgraciado del aspecto, el cutis híspido y la espesura de la barba, que dan al varón aspecto de viejo, sino del vicio de la prudencia, mientras que la mujer conserva las mejillas tersas, la voz fina, el cutis delicado, imagen de perpetua juventud?

En segundo lugar, ¿qué otra cosa desean en esta vida más que complacer a los hombres en grado máximo? ¿A qué fin, si no, tantos adornos, tintes, baños, afeites, ungüentos, perfumes, tanto arte en componerse, pintarse y disfrazar el rostro, los ojos y el cutis? Así, pues, ¿hay algo que las haga más recomendables a los hombres que la necedad? ¿Hay algo que éstos no les toleren y permitan? ¿Y a cambio de qué, sino del deleite? Se deleitan, por consiguiente, sólo en la necedad y de ello son argumento, piense cada cual lo que quiera, las tonterías que le dice el hombre a la mujer y las ridiculeces que hace cada vez que se propone disfrutar de ella.

Ya sabéis, por tanto, el primero y principal placer de la vida y la fuente de que mana.

Capítulo XVII

Moda - Siglo XV, Alemania

sábado, 23 de abril de 2011

ELOGIO DE LA LOCURA, DE ERASMO DE ROTTERDAM (I)


Me ha dado hoy por hacer un poco de sofista ante vosotros, pero no de esos de ahora que inculcan vacías tonterías en las cabezas de los jóvenes y los enseñan a discutir con la obstinación de las mujeres.

Capítulo II


Porque ¿qué hombre, decidme, cargaría por su propia voluntad con el yugo del matrimonio si pensase antes seriamente en los inconvenientes que le traerá esa vida? ¿Y qué mujer consentiría que se le acercase un varón si conociese o examinase los peligrosos trabajos del parto o las molestias de criar a los hijos? Además ¿qué mujer experta en todo esto querría repetir, si no fuera gracias a la virtud del Olvido? Pues si debéis la vida al matrimonio, y el matrimonio se lo debéis a la Demencia, mi sirviente y compañera, sacad la consecuencia de lo que me debéis a mí, la Locura.

Capítulo XI

miércoles, 20 de abril de 2011

MUJER Y BUSHIDO (I)


Otro punto a tener en cuenta es que si los padres tienen una mala relación, el niño no tendrá sentimientos filiales. Esto es natural. Incluso los pájaros y las bestias se sienten afectados por lo que ven en el momento de nacer. Por lo tanto, las relaciones entre padre e hijo se pueden deteriorar debido a la inconsciencia de la madre. Una madre quiere a su hijo por encima de todas las cosas y será parcial con él cuando es corregido por el padre. Si se vuelve una aliada del niño, tal cosa sembrará la discordia entre el padre y el hijo. Debido a la estrechez de su mente, una mujer ve a su hijo como el sostén de su vejez.

Hagakure, de Yamamoto Tsunetomo
(1659 - 1719)

domingo, 17 de abril de 2011

MATRIMONIO EN LA ATENAS CLÁSICA (IV)


Además de ser esposa, había desde luego otros muchos estatus para las mujeres en la antigua Atenas. Muchos hombres atenienses mantenían abiertamente amantes (referidas como pallakai) o concubinas como se ha traducido a veces. No parecía entrañar un problema moral o social que un hombre pudiera tener al mismo tiempo una esposa y una amante.

Asimismo, la clase más baja de prostitutas, aquellas de la calle, se llamaban pornia (palabra de la que deriva “pornografía”, cuando en el siglo IV se convirtió en una moda escribir biografías de prostitutas famosas).

Luego estaban las mujeres de clase alta para la compañía sexual, conocidas como hetarai, cortesanas. Se las ha comparado a las geishas, a mujeres cultivadas y sofisticadas que a menudo mantenían salones donde era frecuente tener discusiones intelectuales, beber, bailar, cantar, además de recibir servicios sexuales.

Lo interesante de estas categorías, que las ha habido en muchas sociedades a lo largo de la historia, es que en Atenas no había estigmas asociados a que un hombre recurriera a la compañía de estas mujeres.

Dentro de los discursos de Demóstenes, en el caso de Apolodoro contra Neaera (una ex-prostituta acusada de falsear sus orígenes para obtener la ciudadanía y casarse con un ateniense, cuando estaba prohibido que un ciudadano se casara con una mujer extranjera), Apolodoro se dirige al jurado, compuesto por 500 atenienses, con la siguiente afirmación:

"Tenemos cortesanas (hetarai) para nuestro placer, tenemos concubinas (pallakai) para el cuidado diario de nuestros cuerpos, y tenemos esposas para darnos hijos legítimos y ocuparse de los asuntos del hogar."

Cita (XII)


"Ser mujer es una tarea terriblemente difícil,
pues consiste principalmente en tratar con los hombres."


Joseph Conrad

sábado, 16 de abril de 2011

MUJER EN EL HINDUISMO (I): PADMINI, EL IDEAL DE BELLEZA


Al igual que Afrodita fue para los griegos la representación de la belleza, la tradición hindú describe a Padmini o “Mujer de Loto” como el arquetipo de la más perfecta excelencia femenina.

Aquella en quien se manifiesten los siguientes signos y síntomas es llamada Padmini:

Su rostro es agradable como la luna llena; su cuerpo, bien vestido de carne, es suave como la Shiras o flor de mostaza; su piel es fina, delicada y pálida como el loto amarillo, nunca de color oscuro. Sus ojos son brillantes y hermosos como los del cervatillo, bien dibujados y con las esquinas rojizas. Sus senos asoman duros, llenos y altos. Tiene un cuello bien modelado; su nariz es recta y adorable, y tres pliegues o plisados cruzan su piel cerca del ombligo. Su yoni se asemeja a la yema del loto cuando se abre, y su Kama salila es perfumada como la azucena recién abierta. Tiene el porte de un cisne al caminar, y su voz, como la avecilla Kokila, es tenue y musical. Se deleita en cubrirse de blanco, con joyas selectas y vestidos suntuosos. Come poco, tiene un sueño ligero, y siendo tan respetuosa y religiosa como lo es inteligente y cortés, está siempre deseosa de adorar a los dioses, y disfrutar de la conversación de los brahmanes. Tal es así, pues, la Padmini o Mujer de Loto.

El hallazgo de Moisés, de Alma Tadema

viernes, 15 de abril de 2011

ROMANCE DE ANTAR: AL-MINHAL Y DAHIYA


La epopeya caballeresca 'El Romance de Antar' fue compuesta en algún punto entre el siglo XI y XIII. Escrita en un árabe muy puro, estaba basada en la vida del poeta Antar, un héroe árabe de tiempos preislámicos que vivió en el siglo VI d.C. Gozó en su tiempo de tanto renombre como 'Las mil y una noches' dentro del mundo islámico, especialmente en Siria.

En uno de sus episodios, un personaje llamado Al-Minhal, escapando de un rey injusto, se encuentra un castillo arruinado habitado por una mujer demonio llamada Dahiya. Obsequia al exiliado con refugio y comida, se enamora de él y logra su amor con sus cuidados, su atención y su cortesía, que incluye su conversación.

Dahiya le dice: “Quiero que seas mi compañero y mi señor, y yo seré tu esposa. Descubre ante mi qué hay en tu corazón. No pienses que te dejaré marchar jamás. Abre tu mente para mí pues necesito saber tus pensamientos”.

Se casarían en el momento, y según se nos cuenta: “Mucho tiempo duró su unión, y se amaron el uno al otro encarecidamente”.

Cita (XI)


"No me placen mil jóvenes a la vez; no soy mudable en amar, y, puedes creerme, tú sola serás el norte de mi perenne inclinación. Así merezca vivir contigo los años que me hilen las Parcas,
y morir antes que profieras una sola queja contra mí."


Ovidio

El baile, de Tissot

jueves, 14 de abril de 2011

MATRIMONIO EN LA ATENAS CLÁSICA (III): VIDA EN EL HOGAR


La mujer se quedaba en casa. Los hombres salen, y son la “demos”, el pueblo, lo público; mientras que las mujeres tienden a no pisar la calle, recluidas y enclaustradas, al menos las mujeres ciudadanas.

En su Oeconomicus, Jenofonte nos explica cómo funciona el hogar típico de una familia ciudadana ateniense. La división de tareas se ve reforzada por la cuasi exclusión de la mujer ciudadana del dominio público.

Imaginemos al hombre ateniense, fuera en el ágora o yendo a uno de los templos, tal vez en el acrópolis, al final del día llega a casa, y allí está su esposa, que no ha estado fuera del hogar en todo el día. Cuando hay que, por ejemplo, hacer algunas compras en el mercado, un par nuevo de sandalias, algunas velas o aceite para las lámparas, se envía a los esclavos para hacerlo, o tal vez alguna mujer familiar ya mayor o anciana, que no supone ningún peligro ni riesgo.

Nos ha llegado un discurso de inicios del siglo IV, del orador Lisias, que defendía la causa de Eufileto, un hombre acusado de asesinato. El hombre llegó a casa y encontró a su esposa en la cama con su amante, por lo que le dio muerte allí mismo. Lisias tenía como propósito demostrar que era un homicidio justificable, pero su discurso nos ofrece un esclarecedor retrato de la vida de la familia media ateniense.

En el discurso, Lisias pide a Eufileto que explique cómo es posible que su mujer hubiera tenido la oportunidad de tener a un amante dentro de la casa. Para la audiencia de jurados debía resultar extraño que esa situación hubiera ni siquiera podido darse. Así Eufileto tiene que explicar minuciosamente cómo una noche que había bebido demasiado su esposa lo encerró en la habitación diciendo que si no él iría a jugar a dar cachetes y hacer cosquillas con la esclava de la casa. Así que esa es la forma en que quedó encerrado, y la mujer fue capaz de entretener a su amante en la habitación del frente, que daba a la calle.

¿Y cómo es que la mujer estaba en una habitación que daba a la calle? Eufileto sigue explicando a la audiencia, lo que había sucedido era que su esposa había dado a luz unos meses antes, y le había dicho a su marido que sería muy difícil subir y bajar las escaleras hasta el cuarto trasero todas las noches, ya que estaba alimentando al bebé. Así que el marido accedió a cambiar las habitaciones, él se trasladó a la parte trasera, y la esposa a la parte delantera de la casera.

La parte delantera de la casa daba al patio, que colindaba con la calle, y era la parte de la casa reservada para el hombre, para recibir a sus amigos e invitados, celebrar reuniones sociales donde beber, recitar poesía y debatir de filosofía.

La parte trasera y el piso superior, subiendo las escaleras, estaban reservados para la esposa.

Así que cuando en la Odisea de Homero se nos cuenta que Penélope, en la ausencia de Odiseo, tiene que bajar las escaleras para atender a los invitados que están abajo comiendo y bebiendo, se está reflejando fielmente la disposición y las costumbres de un hogar griego, con la mujer recluida en la parte trasera y superior de la casa, donde no ser vista ni oída.

Cita (X)


"El príncipe debe hacerse temer de modo que, si no se granjea el amor, evite el odio; y para ello bastará que se abstenga de apoderarse de los bienes y de las mujeres
de sus ciudadanos y súbditos."


Maquiavelo

miércoles, 13 de abril de 2011

MUJER Y EL CABALLERO EN LA EDAD MEDIA (I)


Solicitar a mujer de caballero, o inclinarla a maldad, es contrario al honor de caballero, y la mujer de caballero que tiene hijo de villano, deshonra al caballero, y destruye la antigüedad de su linaje. Deshonra a pariaje y caballería el caballero que haya por deshonestidad hijo de hembra vil. Siendo estas cosas verdad, conviene pariaje de mujer y caballero por virtud de matrimonio lo cual conviene al honor del orden de caballería; y cuando se obra contrariamente a esto, entonces se destruye la caballería.


Libro del Orden de Caballería - Ramon Llull

Moda - Siglo XVII, Holanda

martes, 12 de abril de 2011

EL RAPTO DE LAS SABINAS (II): MUJERES COMO BOTIN DE GUERRA


La leyenda romana del rapto de las mujeres sabinas ofrece diversos niveles de análisis e interpretación. Una vez Roma ha sido fundada tiene su primera guerra contra los vecinos, pero no acaba en victoria o derrota, sino en alianza, sentando los cimientos de una ciudad emergente y en expansión.

Asimismo, para los estudiosos de la mitología no ha pasado desapercibido el paralelismo con el mito griego de la guerra de lápitas contra centauros. Los lápitas estaban emparentados con los centauros, ya que sus ancestros los hermanos Lápites y Centauro eran ambos hijos de Apolo y la ninfa Estilbe.

Durante la boda de Piríto, hijo del rey Ixión, con Hipodamía, los centauros formaban parte de los invitados, pero no acostumbrados a los efectos del vino durante el banquete, ebrios y descontrolados, trataron de violar a la novia, las demás mujeres y los muchachos presentes. Gracias a la intervención del héroe Teseo, los lápitas lograron expulsar a los centauros.

Pero para completar la leyenda del rapto de las sabinas hay otro ingrediente fundamental a descifrar, las guerras contra vecinos para abastecerse de mujeres, una práctica que parece datar de mucho antes de la mitología romana.

Sin ir más lejos los griegos de la época arcaica, contraídos por un territorio estrecho y pequeño, se lanzan en una gran corriente de colonización por el mediterráneo. En muchas ocasiones los colonos son solo hombres y cuenten con la población autóctona para proveerse de mujeres y esposas, en lo que viene a ser la tradición del matrimonio por rapto, tan extendida por distintas épocas y pueblos de todo el mundo.

Según Herodoto en su Historiae los colonos atenienses de la ciudad de Mileto, en la antigua Caria, atacaron a los autóctonos, matando a todos los hombres, para apoderarse de sus mujeres. Para vengarse de sus captores las mujeres carias juraron nunca comer con sus nuevos esposos ni llamarles por sus nombres.

Más primitivo todavía es el caso de los restos neolíticos encontrados en Talheim, cerca de Leipzig (Alemania), de un enterramiento que tuvo lugar hará siete mil años. En 2008 un grupo de paleontólogos británicos llegó a la conclusión de que se trataba de los restos de una matanza, de una tribu aniquilada por otra tribu rival que secuestraron a todas sus mujeres como botín de guerra.

Cita (IX)


"Las batallas contra las mujeres
son las únicas que se ganan huyendo."


Napoleón Bonaparte

Ve con Dios!, de Blair Leigton

lunes, 11 de abril de 2011

DIOSAS EN LA MITOLOGIA GRIEGA (I): LA TEOGONIA (II)


En el relato de Hesíodo de la Teogonía uno de los puntos más llamativos e intrigantes ha sido siempre la lucha por el poder entre un dios masculino opuesto por una diosa femenina y el joven dios varón hijo de ambos.

Así Cronos con la ayuda de su madre Gea destrona a su padre Urano castrándole, y Zeus con la ayuda de su madre Rea derroca al mismo Cronos.

Este patrón en el origen de los primeros dioses ha dado lugar a diversas interpretaciones, las más notorias han girado en torno a dos ideas.

Por un lado el conflicto entre padre e hijo y la pugna por la herencia, la castración como símbolo del poder arrebatado, y por tanto el inevitable triunfo de la juventud sobre la vejez. Por otro lado la ansiedad de los griegos hacia el papel de la mujer y su poder, el sentimiento arraigado de que las mujeres ejercen control y poder de forma indirecta, a través de los hombres y contra los hombres, siendo especial su influencia sobre los hijos para volverlos contra sus padres.

Aunque también podría vislumbrarse un instinto primigenio maternal; el padre es cruel con los hijos, no siente arraigo hacia la familia, mientras que la madre sí sufre por el destino de sus hijos y defiende sus intereses y su futuro.

Zeus también haría frente a la profecía de ser destronado por el hijo varón de su unión con Metis, así que decidió ir un paso más allá que su padre y se tragó directamente a Metis. Pero ella ya estaba encinta, aunque no de un varón sino de una hija, Atenea, que tiempo después nacería de la cabeza de Zeus. El hijo de Metis llamado a derrocar a Zeus nunca nació, en una de las rarísimas ocasiones en la mitología griega que el destino no llega a cumplirse y puede ser circunvalado.

Para algunos esto viene a representar el asentamiento de la dominación patriarcal sobre la sociedad griega, o incluso sobre la civilización en sentido universal, al menos tal como la entendían los griegos.

domingo, 10 de abril de 2011

DIOSAS EN LA MITOLOGIA GRIEGA (I): LA TEOGONIA (I)


Antes que todas las cosas, en un comienzo, fue el infinito Caos. Después Gea la tierra, el oscuro Tártaro en el fondo de Gea, y Eros el amor. De Caos surgieron la oscuridad Érebo y la negra noche Nix, de Nix nacieron Éter el espacio y Hemera el día, a los que alumbró de su unión en amor con Érebo.

Gea alumbró a Urano, el cielo, grande como ella para que la contuviera por todas partes y poder ser así sede segura para los dioses. También dio a luz a los Ourea, las montañas, y a Ponto, el mar.

Acostada con Urano, Gea engendró a Océano, a Ceo, a Crío, a Hiperión, a Jápeto, a Tea, a Rea, a Temis, a Mnemósine, a Febe, a Tetis y al más joven de todos ellos Cronos.

Pero cada vez que uno de ellos estaba a punto de nacer Urano los empujaba dentro de Gea, sin dejarles salir a la luz. Gea urdió un plan, forjó una enorme hoz e imploró ayuda a sus hijos; de entre sus temerosos hermanos solo Cronos se arriesgó a tomar parte.

Vino el poderoso Urano trayendo la noche, se acostó sobre Gea ansioso de amor y la cubrió entera. El hijo, saliendo de su resguardo, logró alcanzarle con la mano izquierda, empuñó con la derecha la prodigiosa hoz, y segó los genitales de su padre que arrojó al tempestuoso ponto.

Urano maldijo a sus propios hijos los Titanes, que habían cometido un acto terrible por el que tarde o temprano tendrían justo castigo.

Los Titanes ahora liberados, gobernaban sobre la tierra, se unieron y procrearon. El nuevo rey Cronos se unió con Rea y juntos tuvieron famosos hijos, Hestia, Deméter, Hera, Hades, Ennosigeo y el más joven de todos ellos Zeus.

Se los tragó el poderoso Cronos según iban viniendo a sus rodillas desde el sagrado vientre de su madre, pues sabía que algún día habría de ser destronado por uno de sus propios vástagos.

Siempre vigilante y al acecho, se iba tragando a sus hijos, y Rea sufría terriblemente. Envolviendo en paños una piedra que Cronos devoró, Rea consiguió salvar al más pequeño Zeus a quien ocultó en Creta bajo el ámparo y cuidado de Gea.

Crecieron rápido el vigor y los miembros de Zeus, que al cabo de un año volvió para derrocar a su padre, gracias a su soberana fuerza y habilidad. Cronos vomitó a sus hijos, los Dioses Olímpicos, que desde entonces gobernarían el universo.

Cita (VIII)


"Siempre mudable y caprichosa, la mujer."

Virgilio

viernes, 8 de abril de 2011

MATRIMONIO EN LA ATENAS CLÁSICA (II)


Acordar la dote era parte fundamental del contrato de matrimonio, cuánta propiedad iba a ser transferida de la familia de la joven esposa a la familia del marido. De esa dote el marido recibía legalmente el usufructo (es decir, decidía cómo usar o invertir la dote y era propietario de los beneficios, rendimientos e intereses que generara, por ejemplo la cosecha de unas tierras), pero la propiedad sobre la dote, el capital original, seguía correspondiendo a la mujer, y por tanto debía serle devuelto en caso de que él o ella iniciara un proceso de divorcio. Éstos no eran desde luego frecuentes, pero legalmente se trataba de una práctica permisible.

No menos interesante eran las grandes diferencias que solían darse entre marido y mujer a la hora de casarse. El matrimonio medio de un ciudadano ateniense se daba en las siguientes circunstancias.

El marido solía rondar los treinta años de edad, era un hombre adulto maduro, había cumplido su servicio en el ejército durante diez años, era ya un ciudadano de facto que podía acudir a las asambleas, incluso podía ocupar un cargo público a partir justo de los treinta años cumplidos, probablemente sus padres ya habrían fallecido y por tanto habría heredado toda la propiedad de éstos. Era por tanto el mejor momento para casarse y tener hijos.

La joven por su parte solía rondar entre los quince y veinte años, aunque se podía acordar el matrimonio antes incluso, pero no se llevaba a cabo hasta que la muchacha pudiera engendrar hijos. Tal diferencia de edad, más de diez años, y la juventud de la esposa, seguramente facilitaba su obediencia y su control por parte del marido. Datos demográficos de todo el mediterráneo en la época indican una alta mortalidad femenina entre los dieciséis y los veinte años de edad, lo más seguro es que asociada con la mortalidad en el parto. Artemisa era la deidad preferida a la que rezar y dedicar ofrendas en pro de la fertilidad y un parto sin complicaciones.

Segundos matrimonios eran a su vez una práctica común, a los casos en que las jóvenes esposas perdían la vida en el parto hay que añadir muchos otros en que era el hombre ya mayor el que moría y la mujer todavía se encontraba en edad de tener hijos. No hay que olvidar que la mujer era, como decía Aristóteles, un campo yermo a la espera de ser arado. Sin embargo los segundos matrimonios daban muchos problemas y complicaciones legales de herencias. Para evitarlo una tendencia se fue imponiendo por la cual los segundos matrimonios se acababan dando entre parientes cercanos, primos, hermanastros, tíos, sobrinos… Con el claro propósito de que la propiedad de la dote no saliera de la familia.

Cita (VII)


"Quien sabe gobernar a una mujer,
sabe gobernar un estado."


Honoré de Balzac

miércoles, 6 de abril de 2011

EL RAPTO DE LAS SABINAS (I)


En los tiempos legendarios de la Roma antigua, poco después de su fundación, su primer rey Rómulo y sus seguidores, siendo casi todos hombres, intentaron convencer a sus vecinos de Sabinia para que les cedieran mujeres con las que poder formar familias. Temerosos de que una ciudad rival y poderosa emergiera de Roma, los sabinos rechazaron la proposición y prohibieron a sus mujeres casarse con romanos.

Rómulo entonces organizó un festival de juegos olímpicos en honor al dios Neptuno, invitando a varios pueblos vecinos, entre los que se incluían los sabinos. Comenzó el festival con normalidad hasta que Rómulo hizo una señal y cada romano agarró a una mujer sabina y expulsaron por la fuerza a los desprevenidos hombres sabinos.

Según la narración del historiador romano Livio, Rómulo imploró a las mujeres que aceptaran ser sus esposas, culpó a sus padres sabinos por no permitirlas casarse con ellos, y aseguró que como esposas de romanos vivirían en honorable matrimonio, compartiendo propiedad y derechos civiles, y lo más importante, serían madres de hombres libres.

Los sabinos indignados declararon la guerra a los romanos, liderados por su rey Tito Tacio, y emprendieron el asedio de Roma. Tarpeya, hija del gobernador de la ciudadela, abrió las puertas a los sabinos a cambio de "aquello que llevasen en los brazos", creyendo que recibiría brazaletes de oro, pero los sabinos la recompensaron aplastándola hasta la muerte con sus escudos y arrojándola por la roca que sería bautizada con su nombre, la Roca Tarpeya, y que pasaría a ser el lugar de ejecución de asesinos y traidores en Roma.

Las fuerzas romanas contraatacaron a los sabinos, ya en posesión de la ciudadela, y mientras la batalla se recrudecía, primero los sabinos rompieron las líneas romanas, y después los romanos a la desesperada retomaron la iniciativa, las mujeres sabinas salieron a interponerse entre los guerreros, deteniendo la batalla, y proclamaron que preferían morir antes que quedar huérfanas o viudas, antes que perder a sus padres y hermanos los sabinos o sus maridos e hijos los romanos.

Haciéndoles entrar en razón, romanos y sabinos depusieron las armas, celebraron una banquete para festejar la reconciliación y aceptaron formar juntos una sola nación, y Rómulo y Tito Tacio reinaron conjuntamente hasta la muerte del rey sabino cinco años después. Los nuevos sabinos residentes en Roma es establecieron en la colina Capitolina.

lunes, 4 de abril de 2011

Cita (VI)


"Escoge una mujer de la que puedas decir:
hubiera podido escogerla mas bella, pero no mejor."


Pitágoras

domingo, 3 de abril de 2011

El beso del caballero, de Soulacroix

MATRIMONIO EN LA ATENAS CLÁSICA (I)


En 451 a.C. los atenienses votaron a favor de restringir la ciudadanía y sus derechos solo para aquellos que fueran hijos de un padre ciudadano y de una madre de familia de ciudadanos. Hasta entonces muchos atenienses provenían de familias en las que el padre era ciudadano pero la madre podía ser extranjera y haber nacido en otra ciudad.

No hay que olvidar que en los tiempos de Pericles era común acusar a un oponente de ser hijo de una mujer extranjera, o si se llevaba la ofensa más lejos, hijo de una esclava extranjera. Cuanto más se restringía los requisitos para ser ciudadano, más obsesionados estaban los atenienses a la idea del ateniense auténtico, hijo de padre y madre atenienses, y más se aficionaban a cuestionar la ascendencia de los demás, en especial la legitimidad de la madre.

Pero para conocer más el concepto ateniense de familia y de padres hace falta que adentrarse en la institución del matrimonio. El matrimonio era básicamente un contrato entre dos familias. La joven mujer era un artículo transferido de una familia a otra, que pasaba del control del padre al control del marido.

En la obra Oeconomicus (gobierno del hogar) de Jenofonte, se enseña a una joven a modo de diálogo cómo debe gestionar un hogar. Pongámonos por un momento en la piel de una joven ateniense recién casada, no conoce a nadie en su nuevo hogar, no conoce a los esclavos, no conoce a los familiares, apenas conoce a su marido, pero acaba de convertirse en la señora de la casa.

En el inicio del diálogo el próspero granjero Iscómaco deja claro a la muchacha recién casada que podía haber elegido a una más atractiva si buscara eso, pero que se ha casado con ella porque él y su padre habían decidido que era lo mejor para ambas familias.